Cerámica y Mística

Cerámica y Mística

A menudo se recurre a ese popular dicho del catolicismo que otorga el honor a la alfarería de tener como primer practicante de esta profesión, nada más y nada menos que a Dios.

En algunas tribus africanas se dice que el creador coció un hombre de barro, para dotarle de vida y salió poco cocido (blanco). Al ser defectuoso coció otro y salió pasado (negro). Un poco cansado volvió a cocer otra figura humana y esta vez ya si salió con esa tonalidad que tienen los miembros de la tribu en cuestión dando a entender que este dios creó al hombre perfecto y que por supuesto ese hombre es como ellos.

Sabemos que la alfarería tiene un alto componente místico, por ser una actividad tan ancestral como la propia humanidad y por ello su origen está completamente abierto a interpretaciones en forma de leyendas, mitos o suposiciones.

En cierta ocasión, recibí un encargo que me obligó a realizar un ejercicio de documentación importante. Se trataba de crear y elaborar un Tlaloc azteca, (Tlaloc) en la mitología azteca, es el dios de la lluvia y de la fertilidad y está representado por una intrigante pieza de alfarería.

Las tumbas de los grandes faraones egipcios están repletas de numerosos objetos de barro cocido, realizados a torno o modelados a mano, que llevan implícitas todo tipo de simbologías místicas y de conexiones de nuestro mundo con otro espiritual.

Está claro que la humanidad ha convivido con este oficio desde siempre y no solo para servicio alimentario, doméstico o industrial, el alto componente de la cerámica como elemento de representación de nuestros deseos más espirituales y nuestros miedos más profundos, Es algo a tener en cuenta cuando alegremente se dice que estamos ante el fin de la cerámica, ya que no hay un claro relevo en nuestros talleres, esto es cierto, pero a la vista de esta implicación tan profunda de nuestra profesión con la sociedad, ¿no estaremos confundiendo negocio con oficio?. El ser humano nunca perderá la relación con esta actividad, sencillamente porque el barro está desde el principio y hasta el final con nosotros.

Firmado: Juan Carlos Fernández Carrasco. Alfarero